Sueño de Jacob
“… Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. En el sueño el Señor estaba junto a él…”
(Génesis 28: 12,13)
Anteriormente vimos que fue lo que sucedió con Jacob, su encuentro con Dios, y el gran significado de las piedras, que sin lugar a dudas eran mucho más que piedras.
Pero, el tema que nos convoca en esta ocasión, es justamente eso que había prometido hablar: >>El sueño de Jacob<<
Estaba en plenas vacaciones de invierno, era una mañana fría, excusa perfecta para continuar durmiendo muy abrigada. Tan solo eran las 7:50 am y por alguna “extraña razón” no podía, ni quería continuar durmiendo. Esa noche en particular había tenido un sueño especial, claro, definitorio… me rendí a una convicción clarísima: Debía acomodarme, abrigarme mucho, prender la luz, escoger un buen álbum en mi notebook, para proceder a hacer una sola cosa: Escribir esto.
Así que bienvenido a mi pequeño desvelo, el espacio en donde he decidido compartir contigo lo que he considerado importante para mí, especial y de mucha bendición.
Mientras pensaba en que tenía de significativo el sueño de Jacob, recordé un salmo:
“Tu Espíritu me acompaña a todas partes; no puedo escapar de Tu Presencia.
Si subiera al cielo, allí estarías; si bajara a las profundidades de la tierra, allí estarías.
Si fuera al oriente donde nace el sol, allí estarías, o al occidente, al fin de los mares, allí estarías.
Aun allí me agarraría Tu mano y Tú me conducirías.
Si yo pensara que seguramente en la oscuridad podría esconderme o que se hiciera noche la luz de mi alrededor, ni siquiera la oscuridad es oscura para Ti. No importa cuán oscura sea una noche, para Ti seguirá siendo tan clara como el día. Para Ti es lo mismo el día que la noche.”
(Salmo 139: 7-12 PDT)
No sé si logras vislumbrar lo mismo que yo estoy viendo… Existe algo misterioso y superior a mí que está uniendo la experiencia de Jacob, con la oración de David. (Hagamos esto en equipo. Toma al menos un minuto para pensar en que puede ser lo que une ambos pasajes. ¡Te espero!)
¡¿..Y…?! ¡¿Eureka?!
Por un momento deja a un lado la escalinata, la presencia movediza de los ángeles que suben y bajan reiteradas veces… fija tus ojos en algo esencial: “En el sueño el Señor estaba junto a él…”
Acabo de recordar esos juegos infantiles en dónde ocultabas tus ojos bajo tus manos y repentinamente le decías al pequeñín: ¿Dónde estoy?… ¡Aquí estoy! Y paf!! Aparecías en escena como por arte de magia, y te hacías visible (lógicamente nunca dejaste de estar ahí) pero ante sus ojos, en un dos por tres ahí estabas… con él, frente a él, a solo metros, o quizás centímetros.
Por otro lado pareciera que David tuvo esta clase de juego con el Señor (¡vamos! No creas que estoy intentando tomarte el pelo, sé que esa idea no es literal, pero ¿no te parece algo similar…?)
David diciendo: si me fuera al cielo, a las profundidades de la tierra, al oriente, al occidente, al fin de los mares, etc. es como un loco intento de ocultar sus ojos bajo sus manos, cerrarlos fuertemente y pensar en el lugar que hubiese querido imaginar… no importa cuál sea este… cuando él reaccionó, descubrió algo que definió de esta manera magistral:
“Tu protección me envuelve por completo;
Me cubres con la palma de tu mano.
Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión;
Tan sublime es que no puedo entenderlo.”
(Salmo 139: 5,6 NVI)
O era su mano, o era la mano de Dios… pero por un momento ellos intentaron jugar y descubrir si era posible para David ocultarse… ¿resultado? No importa que intentos hiciese, o cuan alta y fidedigna fuese la resolución gráfica de su abundante imaginación, aunque añadiese efectos 3D… David simplemente no podía escapar de la Presencia del Señor.
Si para Jacob fue necesario tener un sueño para comprender que el Señor, el Dios de sus antepasados NUNCA había dejado de estar con él. Y si para David fue necesario hacer un INTENTO FALLIDO para comprender la verdad maravillosa de la OMNIPRESENCIA de Dios.
Quizás en esta ocasión esta nota sirva para refrescarte la memoria, o por primera vez sacar tus propias manos de tus ojos…
Él siempre ha estado allí.
Él siempre ha estado junto a ti, contigo, a tu lado.
En definitivas: ¡Él siempre ha estado!
Una vez leí por ahí que la única función de un misionero no era otra cosa que ir a las naciones y abrirle los ojos a las personas para descubrir una sola GRAN verdad… y es que el CREADOR del Universo, nunca ha desamparado y ha abandonado a Su creación como muchos lo han proclamado erróneamente durante miles de años.
No importa cuántos errores hayas cometido, ni de qué manera hayas conducido los años de vida que hoy tienes. Si has sido cuidadoso, o has derrochado tu vida. Si han existido más lágrimas que sonrisas en tu rostro. O si te has encargado de regar esperanzas, o al contrario, desdichas a tu alrededor.
Mi muy querido lector: Dios nunca ha dejado de estar cercano, atento, presente a tu alrededor, tan cercano como para oír tus súplicas, para atender a tus palabras, para hacerte redescubrir que no importa dónde estés hoy…
Él es SUFICIENTEMENTE PODEROSO para estar contigo en TODO lugar, en TODO tiempo, con TODOS, en TODOS:
¡Él ES Dios!
Y si en algún instante has pensado en querer ocultarte de Sus ojos, te diré que solo estás utilizando el ya conocido recurso anteriormente explicado: este es solo un juego infantil, un día tendrás que sacar tus manos de tus ojos para darte cuenta que es tiempo de despertar del Sueño de Jacob y exclamar:
“… En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.
…¡Qué asombroso en este lugar! Es nada menos que la casa de Dios, ¡es la puerta del cielo!”
(Génesis 28: 16, 17)