Nacimos en la pelea
Lo más fácil para mí sería contarte acerca de todas las cosas buenas que me han sucedido en el transcurso de los últimos meses. Y si se trata de hablar de mí, podría optar por describirme con los calificativos más elevados, y así presentarme ante ustedes como la GRAN Karinna Segura Boggie…
Realmente eso sería una necedad de mi parte ¿Por qué? Porque solo me elevaría unos metros del suelo para luego hacerme descender abruptamente llenándome del absurdo polvo de la vanagloria.
En más de una ocasión… sí, es varias ocasiones me he avergonzado de mi misma, de lo mucho que me he equivocado, de como he sido rápida, demasiado habilidosa para correr cuando las adversidades se han presentado frente a mí con un gran: «¡Hola! ¿Me esperabas?»
Cuando las cosas están espléndidas, calmadas, dignas de enmarcar sucede que mi corazón se calma, tanto.. que creo que dejo de oírle latir…
O es que realmente he perdido lo poco de cordura que tenía, pero debo ser sincera… cuando he estado JUSTO en medio del CONFLICTO de la gran batalla, del Armagedón.. es que he dado los brincos más altos de mi vida.
Antes, cuando era más nenita buscaba todas las formas de esconderme tras un GRAN muro para que no se descubriese mi corazón. Quería que el Mundo me conociera intachable, correcta, lo más cercana al ideal de hija, hermana, amiga, etc. Me presentaba no humana, y así me alejaba más y más de los que me rodeaban, autoelevandome en un pedestal, o mejor dicho dejando que otros lo hicieran, porque claro.. si yo misma lo hacía habría caído en el egocentrismo y eso no era PERMITIDO en mí…
Ahora, realmente admiro, elevo, exalto, contemplo, y vuelvo a admirar la PERFECCIÓN de Dios…
Su hermosura y compasión continúan causando grandes estragos en mi interior.. y se hace evidente en un mar de lágrimas y en un buen tiempo de adoración…
He dejado de esquivar los problemas… tampoco soy amante de ellos.. pero cuando les veo venir a lo lejos, o cuando aparecen de un momento a otro en mi camino, miro al Buen Dios, a mi Amado Padre Celestial, y sonrío agradeciéndole la EXCUSA perfecta para correr a Sus brazos y dejar que Su poder, y Su gloria se hagan evidentes en mi debilidad.
En medio de la lucha, y de lo difícil que pueda tornarse todo, cuando estamos cimentados en Dios, Él nos hace VIVIR.. porque es Él quien pelea nuestras batallas. Nacimos en la pelea!
«No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu -dice el Señor Tododeroso» (Zacarías 4:6)