Perdidos en la Selva
«..Su fe no pudo resistir las presiones de un mundo plural, era buena para la homogeneidad, no para la heterogeneidad..»
(Extracto de Revista Líder Juvenil)
A través del paso del tiempo me he vuelto mucho más observadora en cuanto al comportamiento de los cristianos dentro de la sociedad. Y mi pequeña investigación ha llegado a una conclusión sorpresiva: Estamos perdidos en la selva.
En la antigüedad quien quisiera consagrarse a Dios se iba a un monasterio lejos de toda civilización, y ahí encerrado entre cuatro frías paredes se encaminaba a la vida eterna, en un sendero solitario, silencioso, místico y teórico al extremo.
Por otro lado hoy en día la situación a nivel mundial se parece cada vez más a la vista en la Iglesia de Laodicea del Asia Menor descrita por Juan:
«..Pero ya que eres tibio, ni frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca!..» (Apocalípsis 3:16)
¡Cuesta muchísimo descubrir a un cristiano en medio de la numerosa multitud de habitantes!
Esta es la época del cristianismo camaleón, del agente 007… La estrategia más fácil es aparentar ser igual al resto, no causar mayor conmoción, pasar inadvertido, conservar la fe en el corazón… en lo más más recóndito y profundo del corazón, casi imperceptible.
Pero resulta que cuando viene el viento recio de la sociedad a sacudir las convicciones de tal cristianismo, la construcción se hace mil pedacitos y lo más trágico: Se lleva consigo la fe al punto de incluso renegar de la existencia de Dios.
¿Por qué sucede esto?
Jesús lo explicó por medio de la siguiente parábola:
«..Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca. Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo..» (Mateo 7:24-27)
Querido lector: Hemos olvidado que nuestra ciudadanía no reside aquí en este Mundo. Ni entre las cuatros paredes del templo físico al cual asistes cada domingo.
¿En dónde has depositado tu fe? ¿En quién has puesto tu confianza? ¿Por qué crees lo que crees? ¿Por qué sigues a Jesús? ¿Por qué deseas pasar una eternidad a Su lado?
No me malinterpretes, no quiero hacerte dudar… al contrario, quiero que analices por un momento el fundamento de tu fe.
Las aguas pueden llegar hasta ella y los vientos la golpearán.. El Mundo en el que te encuentras cada día crea discursos y leyes más elaboradas en respeto a la diversidad, a la multiforma, a la heterogeneidad de creencias, intereses, doctrinas, principios y fundamentos.
¿Te moverán el piso cuando cuestionen tu fe?
¿O la has diseñado de tal forma que solo se puede mantener en pie en la compañía de aquellos que piensas igual que tú?
Jesús da respuesta a este conflicto de identidad, fundamento y solidez:
«..Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue..»
Él es el fundamento. Él es la Roca inamovible. Él es la Verdad. Él es el Camino a seguir. En Él debes depositar tu fe.
Y como Sus promesas son fieles y verdaderas. Y aunque el cielo y la tierra pasen Sus Palabras no pasarán, tú tendrás la CERTEZA que aunque estés con tus hermanos en Casa o aunque te encuentres deambulando por este Mundo inhóspito que no te reconoce, ni te recibe con una bienvenida, no te encontrarás perdido en la selva.
Tú sabrás de dónde eres, hacia dónde vas, quién eres, a Quién sigues y por qué lo haces.
Escucha las enseñanzas del Maestro y síguelas.