Sal se sal
Cierto hombre un día oyó la voz de Dios diciéndole: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive..»
La instrucción era TREMENDAMENTE clara. Él se fue, sí, pero.. en dirección a Tarsis. ¿Ah? Dirás a Nínive… No. Él se fue a Tarsis.
Se embarcó creyendo que él era capaz de decirle NO a la instrucción de Dios.
Las primeras horas parecieron ser en completa calma, tanto que decidió bajar al fondo de la nave para acostarse y dormir profundamente. Creo que nadie sería capaz de robarle la paz a este hombre…
Pero.. de un momento a otro los marineros aterrados comenzaron a clamar por ayuda. ¿Por qué? Resulta que se había desencadenado una tremenda tormenta…
Si quieres conocer más de esta historia, abre tu Biblia en el libro de Jonás (no es un libro largo, así que en unos minutos lo habrás completado)
Lo que me sorprende de todo esto es la calma que tenía Jonás mientras el barco literalmente se estaba cayendo a pedazos.
Jesús dejó un mandato muy claro hace algunos añitos atrás:
«Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes..» (Mateo 28:19-20)
Nos bastaría con tomar el control remoto de la televisión y hacer un zapping en la hora de los noticieros para descubrir que la tormenta está desencadenada a nuestro alrededor desde hace ya mucho tiempo, y pareciera que estamos plácidamente durmiendo en un profundo sueño, mientras allá afuera nos necesitan.
El Señor no llamó la SAL del Mundo (Mateo 5:14)
¿Cuáles son las propiedades de la sal?
1. LA SAL IRRITA. Si la sal entra en contacto con una cortada, o algún tipo de herida, irrita y arde. Hay que recordar que la sal no hizo la herida, la herida ya estaba.
Eso significa que la Palabra de Dios que mora en nosotros debe ser la que haga evidente las heridas y la necesidad de Dios en las personas.
2. LA SAL PRODUCE SED. La razón por la cual la sal común causa sed, es porque se necesita siempre una cantidad proporcional de sal en la sangre y en todas las partes del cuerpo.
Por lo tanto debemos crear hambre y sed de Dios.
3. LA SAL DA SABOR. Cuando el alimento no tiene sal quita el apetito, el deseo de consumirla, las cosas ya no son iguales.
Nunca podremos llegar a sustituir la necesidad, el gozo, la esperanza única que Dios nos otorga con Su Presencia en nuestras vidas.
Jonás después de muchas vueltas, y aventuras locas finalmente llegó a Nínive, dio el mensaje y esa ciudad se volvió a Dios.
Tú has oído el mandato.