Sin Reservas

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«El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en Su mano»
(Juan 3:35)

Desde el primero de Mayo, vengo pensando en lo que comentaré en esta nota… al menos el título nació en ese momento, pero la comprensión de este versículo sucedió exáctamente el día 13 de Enero… ¿Cómo lo recuerdo tan claramente? Porque lo agendé, ahí quedó apuntado entre ciertas ideas y experiencias personales, aparté un lugar para esto que conmovió mi corazón.

No podemos negar que hoy en día cuesta mucho conocer o ser personas «desprendidas» y que de buenas a primeras entreguen o den aquellas cosas que son importantes y significativas.
A veces cuando camino por la ciudad me dedico a mirar los ojos y rostros de las personas que vienen en sentido opuesto.. y veo mucho temor…
Una de las cosas que siempre se me han criticado directa o indirectamente (lo digo porque las caras arrugadas y el tono de voz dejan en claro lo que sienten interiormente) es la forma «crédula» con la que vivo la vida.
Confío. Creo en las personas.
Y quiero decirte estimad@ lector que no es que ande pensando por la vida: «Le creeré, confiaré en su palabra..» ni es que tenga una porción inhumana, o sobrenatural de fe, decir eso sería una forma extravagante de ponerme en un lugar en donde no estoy.
El asunto es bastante simple…
He estado observando a mi Padre Celestial, a Dios. Y descubrí que entre Sus muchas, abundantes y variadas cualidades… Él es DESPRENDIDO.
Si. Le entregó todas las cosas a Jesús, Su hijo a quién envío a este Mundo. Él depositó todas aquellas cosas que había creado, pero aclaremos un punto… no fue tan solo la potestad, el dominio, la autoridad, el respaldo, y la Creación completa la que depositó en Su mano, sino también había fe, esperanzas.. en que todo cambiaría, en que la obra sería completa a través de la muerte de Jesús. Esto justificaría el porqué el Padre se hizo audible al decir:

«Este es mi Hijo amado, estoy muy complacido con él»
(Mt. 3:17)
o cuando nuevamente habla en altavoz al decir:
«Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo»
(Lc. 9:35)

¿Pensaste que Dios, el amado Padre Celestial había desaparecido de la historia..? No. De ninguna manera. Él había permanecido expectante, atento a cada acto, a cada palabra u oración que el Hijo dirigía. Porque Dios no se guardó nada, porque Dios no es egoísta, porque Dios permanece sin reservas. ¿Si esta nota te bendice..? Ahí lo ves… Dios una vez más repartiendo de Su abundante gracia sobre ti y sobre mí…

Quiero y añoro llegar a entregarme sin reservas a quién..
«.. Siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!..»

POR DONDE LO MIRES JESÚS NO SE RESERVA NADA, SINO QUE UNA Y OTRA Y OTRA VEZ SE ENTREGA COMPLETAMENTE…
y como consecuencia de eso…

«Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre»
(Filipenses 2: 6-11)

No puedo dejar pasar la invitación clara que enuncia este hermoso y fascinante pasaje bíblico al decirnos:

«La actitud de ustedes DEBE ser como la de Cristo Jesús..»
¡¡SIN RESERVAS!!

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